La industria fabril rosarina enfrenta una encrucijada preocupante, ejemplificada por el caso de El Dorado SA, que ha visto mermada su actividad en la producción de heladeras comerciales.

Este gigante, arraigado en la provincia de Santa Fe desde la década de los ochenta, ha sido forzado a tomar medidas drásticas ante la abrupta caída en las ventas, que ha alcanzado un preocupante 40% durante el primer trimestre del año en curso.

El golpe se traduce en la desafortunada suspensión, por tiempo indeterminado, de cerca de un centenar de trabajadores, reflejando así no solo el infortunio económico de la empresa, sino también la tragedia social que acompaña a tales decisiones. Esta situación se ve agravada por la delicada coyuntura económica, a la que se suman las sombrías perspectivas ante la aprobación del Régimen de Incentivos a las Grandes Inversiones (RIGI) dentro del marco de la Ley Bases.

En paralelo, otro actor clave en el ámbito fabril de la región, Briket, ha sido igualmente golpeado por la tempestad económica, reduciendo a la mitad su personal operativo en respuesta a una caída vertiginosa del 50% en las ventas, especialmente notoria en el mes de marzo. Este descenso ha llevado a la empresa a una búsqueda urgente de estabilidad, buscando un punto de equilibrio que le permita mantenerse a flote en un océano de incertidumbre económica.

La preocupación se intensifica con la perspectiva de una mayor apertura comercial, que podría resultar en una inundación de productos extranjeros, representando así una amenaza inminente para la ya debilitada industria nacional. Es evidente que las políticas económicas actuales no están ofreciendo el amparo necesario para proteger a los pilares de la producción nacional, y es imperativo que se tomen medidas urgentes y efectivas para revertir esta tendencia hacia el abismo industrial.

Este panorama sombrío exige una reflexión profunda sobre el futuro de la industria fabril en Argentina y la necesidad de políticas que promuevan y protejan la producción nacional, salvaguardando así los empleos y el tejido social que dependen de ella. La supervivencia de empresas como El Dorado SA y Briket no solo es vital para la economía regional, sino que también es un reflejo de la salud y la vitalidad de la industria nacional en su conjunto.