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3 de abril de 2023

Trabajo y producción cooperativa al ritmo de "La Yumba"

“Empecé en la cocina de mi casa con un jarrito y un moldecito”, recuerda Guillermina Esmoris, la música que apostó al trabajo colectivo.

 La historia de una pyme de Bahía Blanca que decidió asociarse a una cooperativa de la Villa 20, de CABA, para exportar resina artesanal para instrumentos musicales . 

 

Desde una habitación de su casa en Bahía Blanca, Guillermina Esmoris logró posicionar un producto nacional en más de 20 países repartidos en cuatro continentes. Entre el 13 y 14 de abril, la experiencia de Yumba, su empresa, estará presente en la feria The Namm Show en California junto a otras compañías argentinas. Será otro escenario para mostrar la resina artesanal para instrumentos musicales, un producto que hasta 2017 no se elaboraba en el país y que Esmoris ideó a partir de una necesidad. En medio de una clase de contrabajo en el Conservatorio de Música de Bahía, su maestro le dijo que siempre le pusiera resina a las cuerdas antes de empezar a tocar y le pasó un frasco del producto. Se importaba desde Suecia. Fue la escena que dio comienzo al emprendimiento. “Empecé en la cocina de mi casa con un jarrito y un moldecito”, recuerda.

Después de la clase, Esmoris exploró el mercado y se encontró con que era algo que no se hacía en la Argentina. Se propuso crearlo y para ello convocó a la mujer de su padre, Andrea David, una química industrial. El resultado tiene un impacto local y global: la resina de Yumba fue reconocida por el premio Exportar y tiene a Estados Unidos, Japón y Corea como principales destinos de exportación. “En Europa trabajamos con un distribuidor muy importante. Además, desde el año pasado estamos ampliando la red en Latinoamérica, principalmente en Brasil, México y Chile”, cuenta Esmoris que, desde su pasión por la música, eligió un nombre que evoca un tango de Osvaldo Pugliese de 1946, “el sonido de una nueva época en la Argentina”, explica la web de la empresa.

El evento de The Namm Show en el que estará presente es un festival anual que se celebra hace más de 100 años en California. Esmoris cuenta que podría ser el paso previo para un nuevo mercado: llegar a China. Desde el año pasado, Yumba se asoció a Maleza, una cooperativa de cosméticos fundada íntegramente por mujeres. Nació en la Villa 20 del barrio de Lugano en la Ciudad de Buenos Aires y hoy cuenta con 46 trabajadoras y una fábrica propia. “Con ellas hacemos la producción, y articulamos los procesos de armado de pedidos y logística”, dice la empresaria que en Bahía Blanca también trabaja junto a dos diseñadoras y una contadora.

“La pandemia en nuestro caso duró un año y medio. Hubo que sostener el emprendimiento con mucho esfuerzo y algunas ayudas del gobierno, como los Repro y los créditos a tasa cero.

Una vez superada la parálisis, la demanda resurgió y se triplicó”, detalla Esmoris acerca de los efectos del coronavirus en su actividad. El problema, entonces, era resolver cómo hacer frente al crecimiento y cómo hacer escalar el nivel de producción. Así se creó la asociación con Maleza, cooperativa que Esmoris conoció mientras escuchaba un programa de radio.

“Decidí contactarlos porque me pareció que nuestros proyectos tenían muchas cosas en común. En la primera reunión que tuvimos por zoom para conocernos, una de las chicas sugirió que ahí podían producirse las resinas. No dudé ni un segundo en decirles que sí”, relata Esmoris.

Unos días después, decidió desmontar la fábrica en Bahía Blanca para mudar todo a Villa Lugano, donde Maleza elabora todos sus productos. “Ya hace seis meses que estamos trabajando juntas y llevamos producidas más de 3000 resinas”, dice la empresaria y música. “Es muy importante esta articulación porque siento que de esta forma Yumba le aporta valor a la economía social, pero a la vez la cooperativa mejora la calidad del producto y dinamiza los procesos de producción. Los dos proyectos se potencian de forma recíproca y crecen juntos”, sostiene.

Actualmente el 90 por ciento de la producción de Yumba se exporta porque al no ser un consumo masivo, el mercado interno es muy chico como para sostener el negocio. Al mes, se producen entre 500 y 1000 resinas cuyo destino puede ser Australia, Estados Unidos, Noruega, Suiza, Portugal y Taiwán, entre otros destinos. “Tenemos la calidad, la creatividad y los mejores jugadores de fútbol para competir internacionalmente. Nosotros competimos con muchas marcas que se producen en los países a los que exportamos. A veces los productos se fabrican en Argentina, pero no se exportan. Por eso me parece importante que se profundicen las políticas públicas en ese sentido”, argumenta Esmoris y destaca el rol del Estado en el crecimiento de su empresa.

Las resinas que fabrican son para evitar que se dañen las cuerdas de diversos instrumentos, como contrabajos, violines y violas o violonchelos. Colofonia es la materia prima a partir de la que se produce y se trata de resina de pino. “Se recolecta en grandes cantidades y se hace un proceso en el que se separa lo sólido de lo líquido”, explica la empresaria acerca del proceso para llegar al envasado final que viaja al mundo.

Sin embargo, las característica de cada instrumento es diversa. Por eso realizan distintas líneas que responden a las necesidad de cada objeto musical, aunque todas son de origen vegetal, “cuidando especialmente que no dañen ni tiñan las cerdas del arco”, se informa en la web de Yumba, un hit de la década del ‘40.

“El tango estaba en decadencia, se había vuelto pesado y triste. La Yumba con su impronta tan marcada lo vuelve alegre y bailable. En ese sentido acompaña a la clase trabajadora, característica de ese momento, que los fines de semana llenaba los clubes y las milongas para bailar esa música nueva después de la jornada de trabajo”, señala Esmoris para explicar el origen y también el vínculo con el nombre de una empresa que hoy distribuye un producto nacional en más de 20 países del mundo.

Fuente: Telam



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