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24 de diciembre de 2022

Bolsonaro indulta a militares acusados por masacre carcelaria

Análisis forenses posteriores indicaron que los 111 muertos recibieron 515 impactos de bala, de ellos 126 en la cabeza, por lo que organizaciones defensoras de los derechos humanos denunciaron como ejecuciones.

Considerada una de las más sangrientas de la historia carcelaria de Brasil, la masacre de Carandiru ocurrió el 2 de octubre de 1992.

 

El Diario Oficial de la Unión, de Brasil, publicó el viernes el decreto por el cual el Gobierno de Jair Bolsonaro indulta a militares y policías involucrados en la masacre de 111 presos en la cárcel de Carandirú en 1992.

La disposición, enmarcada en el tradicional indulto navideño, beneficia a los 69 uniformados sobrevivientes de aquellos 74 imputados inicialmente por su intervención en los hechos.

El decreto presidencial otorga el perdón no solo por delitos cometidos por agentes de las fuerzas del orden hace más de 30 años, sino a los acusados de cometer  "delito culposo", sin intención de cometerlo, que hayan cumplido por lo menos una sexta parte de su pena, ahondó el texto.

Considerada una de las más sangrientas de la historia carcelaria de Brasil, la masacre de Carandiru ocurrió el 2 de octubre de 1992, cuando agentes de la Policía Militar ingresaron en varios pabellones del recinto carcelario de la ciudad de Sao Paulo para sofocar un motín.

El penal, el mayor del país sudamericano por aquellos años, albergaba a casi 8.000 reclusos en condiciones de hacinamiento e insalubridad.

Las fuerzas del orden reprimieron violentamente la revuelta, disparándole a los reclusos cuando muchos de ellos estaban encerrados en sus celdas, sin posibilidades de defenderse o huir.

Análisis forenses posteriores indicaron que los 111 muertos recibieron 515 impactos de bala, de ellos 126 en la cabeza, por lo que organizaciones defensoras de los derechos humanos denunciaron como ejecuciones y delitos de lesa humanidad.

El jefe del operativo, el coronel de la policía Ubiratan Guimarães, fue condenado en 2001 por uso excesivo de la fuerza, pero nunca ingresó en prisión y una apelación lo indultó en 2006, pocos meses antes de ser asesinado.

Pese a ser condenados por jurados populares, ninguno de los efectivos policiales cayeron presos, gracias a maniobras legales dilatorias usadas por sus defensas para postergar su ingreso en el presidio.

La conmoción que produjo la masacre llevó a las autoridades brasileñas a clausurar Carandiru diez años después y posteriormente se ordenó su demolición para dar lugar a un parque.

Poco antes de ser demolida sirvió a la filmación del filme argentino-brasileño Carandirú, de 2003, dirigido por Héctor Babenco en el que se ofrece una visión de lo sucedido en la penitenciaria. El filme ganó el premio India Catalina del Festival de Cine de Cartajena, en 2004.



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